La función del Nombre del Padre y sus tiempos.

La función del Nombre del Padre y sus tiempos. (1)

Vanina De Simone.
Lic. en Psicología.
Magister en Psicoanálisis.

Lacan lee la estructura que subyace a la teoría freudiana sobre el padre, y la formaliza a través de lo que se conoce como metáfora paterna. A partir de esto Lacan hace una lectura de la neurosis, psicosis y la perversión. Para abordar estos aspectos se seguirá el artículo de A. Loray (2013) Discurso y función Paterna publicado en la Revista Borromeo N° 4 de la Universidad Argentina J. Kennedy.

El Edipo, en tanto estructura, se diferencia de la novela y del mito. Freud, al tratarlo como complejo lo distingue de esas dos formas. Esto permite una lectura de la neurosis en tanto complejo. Con Lacan, esta lectura toma una vuelta más y se presenta en términos estructurales. Tal como Lacan plantea en El seminario XVII El reverso del psicoanálisis (1969-1970), el modo de abordar la cuestión del Edipo es a partir de la introducción de la metáfora paterna al comienzo de su enseñanza, a la altura de El seminario III Las psicosis (1955-1956):

(…) fue en este nivel como hablé de la metáfora paterna. Del complejo de Edipo no hablé nunca más que de esta forma (…) Dije que se trataba de la metáfora paterna, mientras que sin embargo no es así como Freud nos presenta las cosas. Sobre todo porque se empeña en que eso tiene que haber ocurrido de forma efectiva. (Lacan, 1969-1970, p.119).

Esta diferencia, entre la consideración del Edipo como hechos efectivamente acontecidos y lo que es del orden simbólico, de una sustitución metafórica en el campo del lenguaje, se irá profundizando en sucesivas elaboraciones sobre el padre a lo largo de su enseñanza, en un camino que va de la biografía a la estructura.  Lacan realiza un pasaje de la noción de padre al significante del Nombre del Padre, reescribiendo en términos simbólicos, lo que hasta el momento estaba ubicado en el registro imaginario. Específica con respecto al padre:

(…) el padre es una metáfora (…) Una metáfora es, ya se los he explicado, es un significante que viene en lugar de otro significante. Digo el padre en el complejo de Edipo, incluso si esto debe turbar las orejas de algunos. Digo exactamente el padre es un significante sustituido por otro significante. Y ahí está el resorte, y el único resorte esencial del padre, en tanto que interviene en el complejo de Edipo. Y si ustedes no buscan las carencias paternas a ese nivel, no las encontrarán en ninguna otra parte (Lacan, 1957-1958, p.179).

La concepción del padre como metáfora, puede ser rastreada en Lacan en varios, textos de los cuales vale resaltar el escrito De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de las psicosis (1956) y en El seminario V Las formaciones del inconsciente (1957-1958), en donde explica la función del padre en el Complejo de Edipo:

La metáfora paterna concierne a la función del padre (…) La función del padre tiene su lugar, un lugar bastante amplio, en la historia del análisis. Se encuentra en el corazón de la cuestión del Edipo, y ahí es donde la ven ustedes presentificada. Freud la introdujo al principio de todo, porque el complejo de Edipo aparece ya de entrada en La interpretación de los sueños. (Lacan, 1957- 1958, p. 165)

La función del padre consiste en establecer la separación del niño con la madre y desviar el objeto de deseo primordial que toma por destino a la madre, hacia un objeto sustituto de aquel. El significante Nombre del Padre, será aquel que permite sustituir metafóricamente al significante deseo de la madre, precisamente en el mismo lugar que este ocupaba en la cadena simbólica. El lugar de sustitución ocurrirá en el Ideal simbólico. Así, la conexión metonímica deseo de la madre-Ideal, será el lugar lógico de la cadena donde el significante del Nombre del Padre, vendrá a sustituir el deseo de la madre. De esta manera, el Ideal materno queda articulado a la autoridad del padre, liberando al sujeto de una exposición destructiva y alienante, al deseo de la madre como Otro completo. O también hacer referencia a la madre fálica, en tanto es la que tiene el falo. Esta función, consiste en introducir una tercerización o bien un tercer término, que altera la díada madre-hijo. Gracias a este tercer término, la metáfora paterna puede ejercer su función sustitutiva. Tal metáfora no podría ser posible, sino gracias al mecanismo de la represión, el cual determina la inscripción de un sujeto en el orden simbólico.

El Nombre del Padre, ante el enigma del deseo de la madre, responde que el objeto de este deseo, es el falo, de ahí se constituye la llamada significación fálica. De este modo, el falo en tanto deseado, emerge como una falta. Así, la significación fálica, se erige retroactivamente como falta y no como plenitud. Por ello, la significación fálica surge como una negatividad correlativa a la falta del Otro.

Entonces, el falo es la respuesta al enigma del deseo de la madre, ante el cual el sujeto asumirá una posición ante esta significación fálica: hay dos opciones, por un lado ser o no ser el falo, que se centra en el ser, ser con el cuerpo entero; y por otro lado, por la vía del tener o no tener el falo, más ligado a la localización corporal.

Lacan formaliza la metáfora paterna según la economía del significante, evocando para ese propósito, la fórmula de la metáfora, que es la operación de sustitución significante.  Que pueda haber operación metafórica, depende del padre, en tanto padre simbólico. Para Lacan, la operación metafórica se trata de la sustitución de un significante por otro significante. Si se piensa la operación metafórica en relación al padre, es posible entender que la función del padre es la de ser un significante que sustituye al significante materno. De este modo, deja el lugar de falo de la madre. Esa sustitución permite que el falo deje de ser el niño para ser un significante, es decir cualquier otra cosa. Esta operación tiene como consecuencia la existencia y posibilidad de la significación fálica. A su vez, esta operación es lo que permite que haya simbolización para el ser hablante.

Lacan en el escrito De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis (1956), escribe una fórmula que da cuenta de la operación metafórica. Esta fórmula se escribe a partir de cuatro términos que operan a modo de la operación en las proporciones:

 

Nombre –  del –  Padre        .         Deseo de la madre            =     Nombre – del –  Padre           A

Deseo de la Madre                      Significado al sujeto                                                                 Falo

 

Esta fórmula trata al complejo de Edipo como aquello que posibilita la significación fálica. Se sitúa al padre como significante que se introduce en la primera simbolización entre el niño y la madre, sustituyendo al significante materno y respondiendo, al develar al sujeto la incógnita (X), respecto al objeto del deseo materno, nombrándolo como deseo de falo. Esta operación determina que un significante del Otro sustituya al falo, lo que inaugura el valor fálico en el universo simbólico del sujeto. La escritura del deseo de la madre sobre el significado que cobra para el sujeto niño, indica que no hay una relación directa entre el niño y el padre, sino que está mediatizado por el deseo de la madre. Por otra parte, este deseo no es, en rigor, un deseo. Nombra a un goce sin ley, a la acción de la madre todopoderosa del primer tiempo del Edipo, la madre fálica y completa. El enigma que para el sujeto representa este significado, se encuentra representado por una X. El padre responde a través del significante del Nombre del Padre, que produce la significación fálica en el lugar del Otro. “Esto se aplica así a la metáfora del Nombre del Padre, o sea a la metáfora que sustituye el lugar primeramente simbolizado por la operación de la ausencia de la madre, por este Nombre.” (Lacan, 1955-1956, p. 533). Aquí se ubica la acción del padre, en tanto que nombra el deseo de la madre, introduciendo el significante falo. Del falo es posible decir que es el significante que nombra el deseo de la madre en tanto Otro.

Al distinguir el padre real de su función simbólica, es posible entender que la función del padre se distingue del padre de la paternidad biológica, por lo que la paternidad y la filiación son adoptivas. El padre adopta a su hijo al reconocerlo como propio y el niño a su padre al consentir a la acción de su ley. En El seminario VII La Ética del psicoanálisis (1959-1960), Lacan señala que tanto el hijo como el padre son siempre adoptados; la paternidad no es biológica sino simbólica. Para que haya paternidad, debe haber reconocimiento y consentimiento, una mediación a través de la cual un hombre, ya sea el genitor o no, reconozca a un niño como su hijo y a la vez, el hijo reconozca al padre como tal. Si bien lo que pide el niño está del lado de la necesidad o del amor, la metáfora indica que el deseo se sostiene por el Nombre del Padre, en la medida que introduce un borde entre la madre y el niño, limitando la acción fuera de ley del deseo de la madre. Sin embargo, esta operación tiene un resto. Toda metáfora paterna compromete una falla. De esta, emerge el enigma del deseo del Otro, que bordea aquello que el padre no puede nombrar, donde se recorta el objeto a.

En  El seminario V Las formaciones del inconsciente (1957-1958), se retoma el complejo de Edipo tal como lo trabajó Freud a comienzos de siglo, y Lacan establece una lectura a partir de tres tiempos. En el primer tiempo, Lacan plantea que se remite a un triángulo imaginario compuesto por tres términos: la madre, el niño y el falo. Este primer triángulo, es también el triángulos imaginario que ubica en el Esquema R en De una cuestión preliminar a todo tratamiento de la psicosis (1956). En el mejor de los casos, el significante que dominará este tiempo, es el deseo de la madre, que toma al niño como objeto de ese deseo, es decir en tanto falo. En este tiempo, el falo simbólico funciona como la razón del deseo. El hijo cree que en tanto falo imaginario, puede detener la metonimia del deseo de la madre. En este tiempo, el padre se encuentra velado, oculto, pero opera en la madre en tanto que ella ya ha atravesado su propio Edipo, causando este deseo que la hace equiparar al niño con el falo. Es posible leer entonces, que el falo se encuentra desde los inicios en función de mediador en la relación entre la madre y el niño. De este modo, el falo se ubica como tercero antes que el padre. El padre entra como cuarto término en este sistema de elementos. El Esquema R de Lacan, antes de componer el cuadrángulo, muestra que la relación madre-hijo está referida al falo ya que a lo que apunta el deseo de la madre, es al falo.

En el segundo tiempo, Lacan añade el triángulo simbólico. Allí agrega al padre en posición simétrica y opuesta al falo. Este padre, tiene la característica de ser un padre terrible, es quien soporta la ley, también conocido como el padre privador. Este tiempo, supone la intervención del significante Nombre del Padre que cumple una doble función: por un lado priva a la madre del niño en tanto equivalente al falo, y por el otro frustra al niño de la posición fálica que ocupaba respecto de la madre. Es en este momento en que el significante Nombre del Padre, opera a partir de la metáfora y se sustituye el significante deseo de la madre, según se trató anteriormente en el presente capítulo.

El significante Nombre del Padre del segundo tiempo del Edipo, va a sustituir al significante deseo de la madre del primer tiempo. A partir de este proceso metafórico se construye un símbolo, un significante de la falta que es el falo simbólico. Cuando se realiza la sustitución, y el Nombre del Padre ocupa el lugar del deseo de la madre, el niño renuncia a ser el falo de la madre, con lo cual se posibilita su entrada en el mundo simbólico. La función del padre, no sólo otorga un sentido al deseo de la madre, sino que el conjunto de los significantes es sometido a la significación fálica.

El tercer tiempo, adquiere su valor debido a que es en ese momento en donde se produce el declive del complejo de Edipo. Aparece aquí el padre como donador; es un padre que lo tiene y en tanto lo tiene puede darlo o negarlo. El dilema de este tiempo es la cuestión de tener o no tener el falo. Para el niño se trata de identificarse con el padre en tanto poseedor del falo y para la niña de reconocerlo como el que lo posee. En este seminario se refiere al Nombre del Padre como Otro en el Otro, es el significante que en el Otro válida el conjunto de saber, que valida lo que ocurre con el significante como verdadero. En este sentido, por último plantea Lacan,

(…) lo que yo llamo el nombre del padre, es decir el padre simbólico (…) Es algo que en el Otro, en tanto que es la sede de la ley, representa a este Otro en el Otro, ese significante que da soporte a la ley, que promulga la ley. Esto es precisamente lo que expresa el mito necesario en el pensamiento de Freud, el mito del Edipo (…) (Lacan, 1957-1958, p. 150)

Bibliografía.

Lacan, J. (1955-1956). El seminario III Las Psicosis. (1° ed., 18° reimp.), Buenos Aires: Paidós. 2008.

Lacan, J. (1956). De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis. Escritos 2. (2° ed. 2° reimp.), Buenos Aires: Siglo veintiuno editores. 2011.

Lacan, J. (1957-1958). El seminario V Las formaciones del inconsciente. (1° ed, 8°reimp.). Buenos Aires: Paidós. 2009

Lacan, J. (1959-1960). El seminario VII La ética del psicoanálisis. (1°ed. 13° reimp.), Buenos Aires: Paidós. 2013.

Lacan, J. (1969-1970). El seminario XVII El reverso del psicoanálisis. (1° ed. 7° reimp.). Buenos Aires: Paidós. 2008.

Loray, A. (2013). Discurso y función Paterna. Revista Borromeo. N° 4. Universidad Kennedy, Buenos Aires. Disponible en http://borromeo.kennedy.edu.ar/Artculos/Loraydiscrusoyfunciopaterna.pdf

 

(1) Notas.

El presente artículo está basado en  un extracto del siguiente trabajo: De Simone V. (2017). La nominación en la enseñanza del psicoanálisis de J. Lacan. (Tesis de Maestría en Psicoanálisis) Universidad Nacional de Rosario, Facultad de Psicología.