Discusiones teóricas en torno al nombre propio en el psicoanálisis lacaniano. (1)
Vanina De Simone.
Lic. en Psicología.
Magister en Psicoanálisis.
La cuestión del nombre propio tiene una importancia radical para la consideración del sujeto en el psicoanálisis. Lacan define el nombre propio como el significante sigla, que demuestra que el sujeto es siervo del lenguaje y más exactamente de la letra. Tal como se planteó anteriormente “(…) no puede haber definición del nombre propio sino en la medida en que percibimos la relación de la emisión nominante con algo que en su naturaleza radical es del orden de la letra.” (Lacan, 1961-1962, p. 18). Desde esta óptica en El seminario IX La identificación (1961-1962) trata la discusión sobre qué es el nombre propio entre B. Russell y A. Gardiner.
Según Russell el nombre propio señala una función distintiva caracterizada por la posibilidad del lenguaje de particularizar los objetos. Propone que un nombre propio es word for particular o sea una palabra para designar las cosas como tales. Es posible pensar esta particularización como una especie de localización, que depende de coordenadas matemáticas por ejemplo: a la izquierda de o a tal altura. En este sentido, Lacan plantea que el primer nombre propio para Russell es el this y que esto implica que el demostrativo ha pasado al rango de nombre propio. De esta manera, para Russell, Sócrates no podría ser un nombre propio pues no podría ser considerado un particular, ya que su nombre encierra una historia que excede la designación de un punto. El nombre Sócrates posee amplias resonancias en la historia de la filosofía por lo que no puede considerarse como una palabra para designar lo particular de su particularidad.
Según Lacan el nombre propio no es simplemente la designación de un sujeto, ya que esto lo reduciría a un puro demostrativo. El nombre propio no es simplemente una designación. Por otro lado, la designación es metafórica, porque no puede producirse sino por intermedio de otra cosa. En la clase del 10 de febrero de 1971, de El seminario XVIII De un discurso que no sería (del) semblante (1970-1971) Lacan plantea que “(…) incluso si yo digo: “¡eso!”, “eso” designándolo, ¡y bien!, yo implico ya, por haberlo llamado “eso”, que elijo no hacer de él más que eso. Mientras que eso no es eso (…) es otra cosa.” (Lacan, 1970-1971, p.11).
El nombre hace rasgo, y como tal llena un vacío para un significante por siempre ausente del campo del Otro. Siguiendo el hilo de la discusión en El seminario IX (1961-1962), retoma los desarrollos de Gardiner, que se encuentra en las antípodas de los planteos de Russell y que para desarrollar la función del nombre propio, toma como referencia a J. S. Mill. El autor pone el acento en aquello que distingue un nombre propio de un nombre común y plantea que esa distinción se dirime en relación con el sonido y el sentido. En el caso del nombre común el sentido concierne al objeto, mientras que en el caso del nombre propio no es tanto la ausencia de significado lo que lo caracteriza, sino más bien la prevalencia del sonido como diferencial. Lacan en este punto introduce una referencia al significante de Saussure, ya que esa diferencia es la esencia del funcionamiento de la lengua. Lacan retoma el planteo saussuriano y dice que para F. d. Saussure la diferenciación del nombre propio se encuentra en el aspecto sonoro. El rasgo distintivo es el fonema como acoplado a un conjunto de una cierta batería en la medida en que no es lo que son los otros. Esta es la definición de la diferencia que articula el significante.
Con respecto a las investigaciones de Gardiner, Lacan destaca que lo que constituye el aspecto diferencial del nombre propio no es tanto el fonema como la letra. El nombre propio en sí esboza la instancia de la letra en el inconsciente pues el tautológico es imposible de realizar. La letra no recubre el fenómeno y enseña cómo un sujeto se llama pero no dirá estrictamente nada de él.
En El seminario XVIII De un discurso que no sería (del) semblante (1970-1971), Lacan dice que el nombre llama a hablar. La letra no se contenta con anotar un fonema, ya que la letra misma tiene un nombre, a, por ejemplo, se escribe alfa. De hecho, el nombre está articulado a una letra que está allí ya antes de ser leída. La letra recubre el origen faltante, el encuentro imposible entre la materia y el vocablo; desde este punto de vista la letra sería el origen, y por lo tanto ocupa su lugar.
Mucho antes del nacimiento del significante, la letra es negación del objeto, por la inscripción de rasgo unario, y marca su borramiento con un rasgo que evoca la unicidad del objeto. Al leer un trazo, el sujeto lee un uno contable distinto de otro, en consecuencia, el sujeto se encuentra inscripto en un campo significante y al mismo tiempo lógico.
El nombre es el al-menos-uno, condición lógica de la emergencia del significante como representación del sujeto.
Cuando entra al mundo el sujeto ya es contado, y desde esta óptica hay que entender que el significante se hace letra.
El significante lo representa inmediatamente ante otro significante, pero el significado ya se le escapa en razón de los procesos metafórico-metonímicos que operan en el lenguaje. Esta fuga es lo que constituye la letra en el inconsciente. Así, el nombre propio se elabora como un cero y el sujeto sólo puede responder en él con una aparición siempre más adelante en la cadena significante. El nombre propio demuestra que antes de toda fonematización, el lenguaje entraña la letra como rasgo distintivo.
Bibliografía.
Lacan, J. (1961-1962). El seminario IX La identificación. Versión crítica. Trad. y notas de R. Rodríguez Ponte. E.F.B.A. Disponible en http://www.lacanterafreudiana.com.ar/lacanterafreudianajaqueslacan.html
Lacan, J. (1970-1971). El seminario XVIII De un discurso que no sería (del) semblante Disponible en https://www.lacanterafreudiana.com.ar/2.1.7.1%20CLASE-01%20%20S18.pdf
(1) Notas.
El presente artículo está basado en un extracto del siguiente trabajo: De Simone V. (2017). La nominación en la enseñanza del psicoanálisis de J. Lacan . (Tesis de Maestría en Psicoanálisis) Universidad Nacional de Rosario, Facultad de Psicología.